Música del vacío. 95 x 127 cm. Humo sobre papel. Colección particular Schaffhausen
El piano incandescente dibujado con humo de vela en uno de los más bellos papeles de Pamen Pereira se inmola a si mismo, deja de dar música para dar luz, se convierte en imagen onírica de una renovada fuerza, de un singular magnetismo, como si en su propia extinción se redoblara su potencial musical. En la ruina del objeto instrumental, renace el “sonido” y la “caja” se hace poderoso ataúd, muerte que libera vida, vida que ya no puede sucumbir. Yace la liberación, no es un túmulo, es sin duda un lecho de nacimiento. Teresa Blanch
MÚSICA DEL VACÍO
Galería Paral.lel 39. Valencia 1994
Convertido el dibujo en trazo de una sutil huella que se sabe próxima a la destrucción, esas obras recogen el instante previo de una hipotética desaparición. Todo en las mismas rezuma, pues, provisionalidad e impermanencia pero, junto a este echo – y obsérvese cómo esto se produce de una manera contradictoria en relación con lo apuntado -, surge en ellas un paradójico sentido de congelada perdurabilidad, un curioso sentido que se deriva del carácter fotográfico que estas imágenes adquieren. El uso, en este sentido, de unos constantes fondos blancos sobre los que se recorta el negro y flamígero silueteado de algunos instrumentos musicales o de ciertos cuerpos configura la imagen helada de un volumen ausente y, por ello mismo, presente.
Una tensión energética semejante a la que concita el acto fotográfico (la ardiente y punzante presencia de lo ya por siempre detenido y congelado) se desenvuelve, pues, en el interior de un universo que, a pesar de todo, continúa explorando el vacío constitutivo de todos los objetos.
La pintura actúa como instrumento de reflexión y, por lo tanto, como vía de conocimiento y análisis de una realidad oculta cuyo desenmascaramiento no puede ser llevado a cabo de manera racional.
David Pérez
Fotografías: Pepe Caparros